Carísimos: entre todos los días que la devoción cristiana celebra con especiales muestras de honor, ninguno tan excelente como la festividad pascual, que consagra en la Iglesia de Dios la dignidad de todas las demás solemnidades. En realidad, hasta la misma generación materna del Señor está orientada a este sacramento, y el Hijo de Dios no tuvo otra razón de nacer, que la de poder ser crucificado. En efecto, en el seno de la Virgen fue asumida una carne mortal; en esta carne mortal se llevó a cabo la economía de la pasión; y, por un designio inefable de la misericordia de Dios, se convirtió en sacrificio de redención, en abolición del pecado y en primicias de la resurrección para la vida eterna. Y si consideramos lo que el mundo entero ha recibido por la cruz del Señor, reconoceremos que para celebrar el día de la Pascua con razón nos preparamos con un ayuno de cuarenta días, a fin de poder participar dignamente en los divinos misterios.
Pues no sólo los supremos pastores o los sacerdotes de segundo rango, ni solos los ministros de los sacramentos, sino todo el cuerpo de la Iglesia y la universalidad de los fieles ha de estar purificada de cualquier tipo de corrupción, para que el templo de Dios –que tiene como cimiento al mismo fundador– sea magnífico en todas sus piedras y luminoso en todas sus partes. Porque si es razonable que se embellezcan con toda clase de adornos las mansiones de los reyes y los palacios de los supremos jerarcas, de suerte que posean moradas más suntuosas aquellos que están en posesión de mayores méritos, ¡con qué esmero no habrá de edificar y con cuánto primor no convendrá decorar la mansión de la misma Deidad! Mansión que aun cuando no pueda iniciarse ni consumarse sin el concurso de su autor, exige sin embargo la colaboración de quien la construye, participando con la propia fatiga en su edificación. El material utilizado en la construcción de este templo es un material vivo y racional, que el espíritu de gracia incita para que voluntariamente se coadune en un todo compacto. Este material es amado y es buscado, para que a su vez busque el que no buscaba y ame el que no amaba, de acuerdo con lo que dice el apóstol san Juan: Nosotros debemos amarnos unos a otros, porque Dios nos amó primero.
Formando, pues, los fieles, global y singularmente considerados, un único y mismo templo de Dios, éste debe ser perfecto en la singularidad de sus miembros como lo es en la' universalidad. Y si bien la belleza de los miembros no es idéntica, ni es posible la igualdad de los méritos, dada la variedad de las partes, sin embargo el aglutinante de la caridad consigue una armoniosa comunión. Pues los que están vinculados por un santo amor, aun cuando no todos participen de los mismos beneficios de la gracia, todos no obstante se alegran mutuamente de sus bienes, y no puede serles extraño nada de lo que aman, por cuanto redunda en propio enriquecimiento la alegría que experimentan en el progreso ajeno.
Tratado 48 (CCL 138A 279-280)
Muchas gracias por retomar el blog. Es un oasis para el espíritu después de los trajines del día.
ResponderEliminarAmelia
Muchas gracias, Amelia. Hay que levantar el corazón. De este texto de san León Magno, me ha gustado mucho esta frase:
EliminarPues no sólo los supremos pastores o los sacerdotes de segundo rango, ni solos los ministros de los sacramentos, sino todo el cuerpo de la Iglesia y la universalidad de los fieles ha de estar purificada de cualquier tipo de corrupción, para que el templo de Dios –que tiene como cimiento al mismo fundador– sea magnífico en todas sus piedras y luminoso en todas sus partes.
Un abrazo
Que alegria a escucharte de nuevo. Te deseo una santa y bendita Cuaresma.
ResponderEliminar-Paul
Bienvenido!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por volver.
Muchas gracias por los ánimos. ¡Hacen falta! Orate pro me
ResponderEliminarHace una gran labor con este blog espiritual católico porque predica aclarando mucho las palabras del Evangelio y Dios ha querido que por la predicación se extienda su Palabra.
ResponderEliminarAsí que mucho ánimo para seguir adelante con este blog que tanto bien hace.
Gracias y rezaré por usted y por toda la comunidad del oratorio monástico.
Que la gracia y la paz del Señor esté siempre contigo
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