Nuevo es el himno, o el cántico, como corresponde a la novedad de las cosas: El que es de Cristo es una criatura nueva. Pues está escrito: Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Los israelitas fueron rescatados de la tiranía de los egipcios por la mano del sapientísimo Moisés: fueron liberados del trabajo de los ladrillos y de los vanos sudores de las preocupaciones terrenas, de la sevicia de los capataces y de la crueldad del faraón. Atravesaron por medio del mar, comieron el maná en el desierto, bebieron el agua de la roca, atravesaron el Jordán a pie enjuto, entraron en la tierra prometida.
Pues bien: todo esto se renueva en nosotros de un modo incomparablemente mejor que en la antigüedad. En efecto, nos hemos emancipado, no de la esclavitud carnal sino de la espiritual, y en vez de las preocupaciones terrenas, hemos sido liberados de toda mancha de codicia carnal; no nos hemos librado de los capataces egipcios ni de un tirano impío y despiadado, hombre al fin y al cabo como nosotros, sino más bien de los malvados y nefandos demonios que nos inducen al pecado, y del jefe de semejante grey, o sea, de Satanás.
Hemos atravesado, como un mar, el oleaje de la presente vida con su cortejo de innumerables y vanas agitaciones. Hemos comido el maná espiritual e intelectual, y el pan del cielo que da vida al mundo; hemos bebido el agua que brotaba de la roca, es decir, de las aguas cristalinas de Cristo, abundantes, deliciosas. Hemos atravesado el Jordán a través del inapreciable don del bautismo. Hemos entrado en la tierra prometida y digna de los santos, de la que el mismo Salvador hace mención cuando dice: Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Era por tanto conveniente que por estos acontecimientos nuevos el reino de Cristo, esto es, todos los que sumisos le obedecen, cantaran un cántico nuevo. Y este himno o, lo que es lo mismo, esta digna glorificación, debe ser cantado no sólo por los judíos, sino desde el uno al otro confín de la tierra, es decir, por todos cuantos viven en la tierra entera. En otro tiempo Dios se manifestaba en Judá y en solo Israel era grande su fama. Pero una vez que hemos sido llamados por Cristo al conocimiento de la verdad, el cielo y la tierra están llenos de su gloria. Así lo afirma el salmista: Su gloria llenará la tierra.
San Cirilo de Alejandría
Comentario sobre el libro del profeta Isaías (Lib 4, or 1: PG 70, 859-861)
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