miércoles, 13 de mayo de 2015

Es el momento final

Hijos míos, es el momento final. En este pasaje se dirige a los niños, para que se den prisa a crecer, pues es el momento final. La edad del cuerpo no depende de la voluntad. Físicamente nadie crece al ritmo de su querer, como tampoco nace cuando quiere. En cambio, allí donde el nacimiento depende de la voluntad, de la voluntad depende asimismo el crecimiento. Nadie nace del agua y del Espíritu si no quiere; luego si quiere, crece; si quiere, decrece. ¿Qué significa crecer? Progresar. ¿Qué significa decrecer? Regresar.

Mas para que nadie se muestre perezoso en progresar, oiga: Hijos míos, es el momento final. Progresad, corred, creced: es el momento final. Este momento final es largo, pero es el final. La palabra momento significa tiempo final, porque en los últimos tiempos vendrá nuestro Señor Jesucristo. Pero alguno replicará: ¿Cómo va a ser el tiempo final? ¿Cómo puede ser la última hora, cuando antes ha de venir el anticristo, y sólo después tendrá lugar el día del juicio? Previó ya Juan estas objeciones; y para que no estuviesen seguros pensando que todavía no era el momento final, puesto que antes debería llegar el anticristo, responde: Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido.

¿A quiénes llamó anticristos? Lo expone a continuación: Por lo cual nos damos cuenta de que es el momento final. ¿Cómo? Pues porque muchos anticristos han aparecido. Salieron de entre nosotros. Lloremos, pues, la pérdida. Oye el consuelo: Pero no eran de los nuestros. ¿Cómo lo demuestras? Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros.

Observe, pues, vuestra caridad cómo muchos que no son de los nuestros, con nosotros reciben los sacramentos: reciben con nosotros el bautismo, reciben con nosotros lo que todo fiel es consciente de recibir: la bendición, la eucaristía, y todo lo que de santo contienen los sacramentos; participan con nosotros del mismo altar, y no son de los nuestros. La tentación prueba que no son de los nuestros. Cuando les sobreviene la tentación, vuelan fuera como impulsados por el viento, pues no eran grano. Y todos volarán –nunca me cansaré de repetirlo–, cuando la era del Señor comience a ser aventada el día del juicio: Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros.

En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. La unción espiritual es el mismo Espíritu Santo, cuyo sacramento es la unción visible. Y dice que todos los que han recibido esta unción de Cristo conocen a los buenos y a los malos; y no necesitan ser enseñados, porque la misma unción los adoctrina.

San Agustín de Hipona
Tratado 3 sobre la primera carta de san Juan (1.3.4.5: SC 75, 186-194)

No hay comentarios:

Publicar un comentario